miércoles, 24 de diciembre de 2014

"Borrados" por el nacionalismo en Eslovenia (Revisado Octubre 2017)

El 10 de octubre de 2017 el presidente del gobierno autonómico de Cataluña, Carlos Puigdemont, en un discurso en el Parlamento regional proclamó unilateralmente la independencia de Cataluña. Lo justificó en base a un simulacro de referéndum ilegal y sin garantías democráticas, realizado el 1 de octubre en que una parte minoritaria de la población  había votado por la secesión.  Abrumado por la masiva fuga de empresas que se estaba produciendo, la multitudinaria manifestación antisecesionista del 8 de octubre y los seguros efectos penales de su decisión ilegal, al mismo tiempo que declaraba la independencia la suspendía durante unas semanas para dar paso a unas teóricas negociaciones y mediaciones.
Con ello se pretendía seguir teóricamente el modelo de como Eslovenia llegó a la independencia.
Independientemente de que los dos casos son antitéticos y los desarrollaré en un post posterior, lo cierto es que pongo en actualidad lo escrito en 2014 sobre lo que ocurrió a muchos eslovenos no nacionalistas tras la declaración de independencia

El nacionalismo siempre tiende a magnificar las características propias de un grupo para diferenciarlo de los demás y obtener un cierto pedigrí para sus miembros. Motivos raciales, lingüísticos, históricos, económicos o incluso por la forma de la nariz, entre otros, se van sucediendo entre aquellos que buscan una diferenciación.
 Importante también haber nacido en una zona concreta.

 Eslovenia es un pequeño país situado al noreste de Italia, perteneciente a la UE y con poco más de 2 millones de habitantes.
 El 25 de junio de 1991 el Parlamento esloveno declaraba la independencia de la República Federal Socialista de Yugoslavia. La guerra con Yugoslavia fue corta (diez días), pero fue el detonante junto con Croacia  del estallido bélico que llevaron a la destrucción de Yugoslavia en medio de un rosario de guerras- 5 en total- a lo largo de los siguientes años.
Sin duda las guerras de secesión yugoslava fueron el acontecimiento trágico más importante en Europa desde la segunda guerra mundial y los europeos vivimos con vergüenza como en nuestro continente tenían lugar las más horripilantes aberraciones a los derechos humanos. Todavía hoy se viven las consecuencias.

En febrero de 1992 a los dos meses escasos de obtener el reconocimiento internacional de su independencia, el gobierno de la flamante República de Eslovenia, ejerciendo la más clásica política nacionalista, decidió eliminar del registro de residentes, mediante un procedimiento secreto y sin informar a los interesados, a todos aquellos que no habían solicitado la ciudadanía eslovena en los seis meses posteriores a la declaración de independencia. Ciudadanos que simplemente habían cambiado de domicilio dentro de su propio país se encontraron de la noche a la mañana como residentes ilegales y borrados de todos los archivos. Automáticamente perdieron el derecho a empleo, pensiones o asistencia médica. Se calcula que unas 25.000 personas quedaron en esa situación.
El asunto trajo de cabeza a la ONU y Amnistía Internacional y fue denunciado por intelectuales eslovenos.

El hecho es de una crueldad refinada. Simplemente el nacionalismo esloveno hizo que miles de ciudadanos dejaran de existir jurídicamente, perdiendo sus documentos y todos los derechos ciudadanos incluyendo el derecho a la educación de sus hijos. Un padre podía inscribir a su hijo al nacer, pero a la hora de poner su nombre simplemente no podía hacerlo ya que para la administración eslovena simplemente no existía. Se trataba de un borrado.
Lo más grave es que esa situación no fue fruto de un calentón nacionalista tras los primeros meses de independencia, sino que ha perdurado a lo largo de los años. Tras las presiones de los organismos internacionales solo en 2003 se consiguió que la Corte Constitucional Eslovena emitiera una sentencia que obligaba al gobierno a enmendar la injusticia y a indemnizar a las víctimas.

El 4 de abril de 2004 se realizó un referéndum para ver si el pueblo estaba de acuerdo con restituir los derechos básicos de las minorías étnicas. El resultado no pudo ser más sorprendente y vergonzante: el 96,05% de los votantes lo hicieron a favor de mantener las discriminaciones y solo un 3,95% a favor de la igualdad. Cierto que solo participó el 31% del electorado, pero que hay que admitir que los no votantes tampoco fueron capaces de dar un paso a favor de sus conciudadanos.
El 18 de diciembre de 2013 se aprobó el acta que regula la compensación por los daños sufridos por los borrados que entró en vigor el 18 de junio de 2014.

Toda una vida perdida no se paga con ningún tipo de compensación económica.

Eslovenia es uno de los países más admirados por el nacionalismo catalán. Su proceso y la preparación para la independencia es el modelo que se sigue actualmente (olvidando que hubo una guerra para conseguirlo)
Hay quién piensa que aquí no puede pasar, pero el nacionalismo se sabe como comienza, pero no como acaba. ¿Deberían de preocuparse los residentes en Cataluña sin pedigrí autóctono?

El nacionalismo al llegar al poder  en las postrimerías del siglo XX  creó los "ciudadanos no ciudadanos" de Letonia, los ciudadanos con "pasaporte gris" de Estonia y los "borrados" de Eslovenia
Todos ellos ciudadanos de segunda clase frente a los de primera con pedigrí nacionalista. Una pena. Un aviso para Cataluña

Bibliografía.- 
1.-La fábrica de las fronteras. Francisco Veiga. Alianza Editorial
2.-Los ciudadanos"borrados" de Eslovenia. El país 12 abril 2004
3.- The erased. www/mnz.gov.si/en/services/the_erased


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