sábado, 29 de junio de 2013

Ciudadanos "no ciudadanos"

El término ciudadanos "no ciudadanos" nos puede parecer algo arcaico que se remonta a situaciones sociales de la época del imperio romano, o de la edad media, o del periodo colonial o, ya en el siglo XX, a las discriminaciones racistas en EEUU o al apartheid sudafricano. Sin embargo ese término cobra  actualidad cuando comprobamos que en la segunda decena del siglo XXI, conviviendo con nosotros en la UE, hay algunos países que mantienen en su legislación la existencia de ciudadanos "no ciudadanos". Hablaremos hoy de Letonia y lo haremos en otro momento de Estonia con sus ciudadanos con "pasaporte gris" o de "nacionalidad indeterminada".

Como he comentado en un post anterior, el nacionalismo catalán imitó el 11 de septiembre de 2013 la cadena humana realizada el 23 de agosto de 1989, en repulsa por el reparto de territorios firmados por Stalin y Hitler  el 23 de agosto de 1939 por los que Letonia, Estonia y Lituania cayeron (como tantos países ) bajo control soviético al acabar la segunda Guerra Mundial.
Como puede ver fácilmente el lector y queda claro en el citado post la situación entre la Cataluña actual y las repúblicas bálticas se parecen como un huevo a una castaña. Pero eso al nacionalismo le importa poco.

A la vista del amor que  el nacionalismo catalán profesa al hecho báltico, nos surge la duda de si también les gustaría imitar, si en un futuro pudieran, la discriminación que sufren  muchos de sus habitantes.
Entre los años 1944 y 1959 cuatrocientas mil personas la mayoría de origen ruso se establecieron en Letonia que, sumadas a los que ya vivían en el país, provocaron  que la población de habla letona bajara del 77% en 1939, al 62% en 1959, para llegar al 52% en 1989.
Con la recuperación de la independencia tras el periodo soviético, El Consejo Supremo de Letonia decidió que la nacionalidad letona solo la podían poseer automáticamente los que ya la habían tenido antes de 1940 y sus descendientes. Casi la mitad de la población (de origen ruso, polaco, ucraniano o bielorruso), incluso habiendo nacido en Letonia, quedaba  excluida de la nacionalidad letona. El nacionalismo determinaba quién era letón y quién no y elaboraba las reglas para poder alcanzar la nacionalidad. Relegaron a gran parte de sus compatriotas a la condición de ciudadanos no ciudadanos. Renegaron de lo que Letonia era: Una fusión de identidades.

Merece la pena dar un vistazo a la situación  una vez han transcurrido dos décadas desde la recuperación de la  independencia. Según  datos de marzo de 2011 (21 años después de la misma) todavía habían  290.660 ciudadanos no ciudadanos en Letonia. Cifra que debe de ser muy cercana actualmente.

Un ciudadano no ciudadano es simplemente un ciudadano con menos derechos que los ciudadanos auténticos: Pueden vivir en Letonia, pero no pueden votar ni ser miembros de partidos políticos. Podrían participar en la vida pública solo a través de ONG. No pueden trabajar como abogados ni en determinados trabajos de la administración local, ni pueden ser funcionarios del Estado. En fin el sueño dorado de todos los nacionalismo con ciudadanos de primera (ellos) y ciudadanos de segunda (los otros).

Con el paso del tiempo se han ido suavizando las exigencias para conseguir la nacionalidad letona. Es fácil imaginar las penurias y degradaciones sufridas en los primeros años tras la llegada del nacionalismo al poder. Todavía hoy en día para conseguir la nacionalidad letona en el país que les ha visto nacer y donde han vivido siempre, deben de pasar por exámenes que demuestren el conocimiento de la lengua letona así como los principios de la constitución y el himno letón. Recordemos que para una gran parte de la población su idioma materno no es el letón, idioma de difícil aprendizaje. Independientemente de ello no pueden tener la nacionalidad letona quienes hayan ejercido actividades contra la independencia o hayan pertenecido al Partido Comunista después de 1991.
El nacionalismo letón es responsable de que 300.000 personas, gran parte nacidos allí, sean ciudadanos sin derecho. Es una afrenta para todos los que vivimos en la UE.

Tras constatar el cariño con que el nacionalismo catalán trata todo lo relacionado con los países bálticos, comenzando por la   imitación de su cadena humana en septiembre de 2013, es imposible no mostrar inquietud por lo que podría pasar en Cataluña tras una declaración de independencia.

 ¿Usted o sus ascendientes vivían en Cataluña cuando la proclamación del Estado Catalán por Companys?. ¿Usted o sus ascendientes han llegado a Cataluña tras su conquista por Franco? ¿Cual es su origen, Andalucía, Extremadura, Aragón...? Veamos los apellidos. Charnegos a la izquierda, pura sangres a la derecha. ¿Nivel de catalán?. En este lado los que han luchado por la independencia. En este otro los demás.
Parodias aparte, es terrorífico pensar en lo que serían capaces muchos de esos personajillos que se declaran moderados y que por sus pupilas asoma el odio a todo lo que no es de pura sangre catalana. Transigen porque no tienen otro remedio. De momento.
A muchos les gustaría la existencia de ciudadanos de primera y de segunda. De hecho lo intentan cada día...
El ejemplo letón esta ahí. ciudadanos"no ciudadanos". Que no prospere.

Bibliografía.


1.- Quatre Vies per a la independencia. Marti Anglada. Ed Portic.

2.- El país. Archivo. 11 Jun 2005.


sábado, 22 de junio de 2013

Cataluña no es Letonia ni es Estonia.

Como precalentamiento para los fastos previstos por el nacionalismo para  2014 se está preparando para septiembre  de 2013 un espectáculo mediático que atraiga la atención de televisiones y prensa de todo el mundo. 
Las entidades "culturales" locales, generosamente subvencionadas por el Govern con el dinero de todos, preparan una cadena humana que recorrerá de Norte a Sur el territorio catalán. Su objetivo será demostrar la "unión" del pueblo catalán por la secesión de Cataluña del resto de España. Su modelo es la cadena humana formada el 23 de agosto de 1989 que unió Tallín (capital de Estonia) con Riga (capital de Letonia) y Vilnius (capital de Lituania). Esta cadena, llamada Camino Báltico, fue organizada por los Frentes Populares de las tres Repúblicas para conmemorar y denunciar los 50 años del pacto firmado por  la Unión Soviética y la Alemania Nazi que fue el preludio de la invasión de las Repúblicas Bálticas por la Unión Soviética.
El Camino Báltico fue un acto de demostración de la unidad báltica en el que se pretendía además impulsar las reformas democráticas puestas en marcha por el Soviet Supremo. Tuvo también algún grado de aquiescencia por parte de los nacionalistas bálticos.

Sin duda en su contínua tarea de reinterpretar y si es preciso reescribir la Historia, el nacionalismo catalán nos contará nuevas versiones de este acontecimiento.
De hecho de la misma forma que se compara a Cataluña con Escocia, Quebec y Kosovo (el interesado podrá leer mi opinión en las correspondientes entradas de este blog),  en este año 2013 se va a comparar nuestra Comunidad con Letonia y Estonia. Todo vale para el nacionalismo.

Estonia y Letonia prácticamente no brillan con luz propia en la Historia hasta el siglo XII en las llamadas Cruzadas Bálticas promovidas, para su  cristianización, por los caballeros teutones por las que cayeron bajo la influencia germánica. En el siglo XV el dominio pasa a ser ejercido por el Gran Ducado de Lituania y Polonia. En el XVI Suecia domina todo el Norte de Estonia, para finalmente consolidarse en todo el territorio, incluyendo Letonia. En 1710 Pedro I el Grande de Rusia conquista los países Bálticos que se mantienen bajo dominio ruso hasta 1918.
Con la primera revolución Rusa de 1917 se concedió mas autonomía a Estonia y Letonia fijándose unas fronteras más parecidas a las actuales. Tras la revolución bolchevique de octubre, la Asamblea Provisional de Estonia declaró,el poder soberano de Estonia, declarando la independencia el 23 de febrero de 1918,  produciéndose a continuación la invasión por las tropas del Reich Guillermo II. En el caso de Letonia la declaración de independencia  se hizo el 18 de noviembre de 1918 una semana despues de acabar la primera guerra mundial.
Con el tratado de Versalles Alemania perdió todos los derechos y se aceptó la Independencia de Letonia y Estonia.

El 23 de agosto de 1939 se firmó el pacto de no agresión entre la Unión Soviética de Stalin y la Alemania de Hitler, quedando ambas repúblicas bajo el dominio soviético. Este pacto es lo que se conmemoró y rechazó con la realización del Camino Báltico cincuenta años más tarde. Con el desmembramiento de la URSS a inicios de los 90 Letonia declaró la restitución de su Independencia el 4 de mayo de 1990 y Estonia lo hizo el 20 de agosto de 1991. Mikhail Gorbatxov declaró jurídicamente nula la anexión en 1940 de las repúblicas bálticas, lo que supuso el reconocimiento de facto de su independencia.  La anexión de Estonia y Letonia por la URSS nunca fue aceptada por los países occidentales por lo que  las Instituciones Internacionales recibieron con los brazos abiertos a las Repúblicas que habían salido del yugo soviético.

Querer comparar Cataluña con Letonia o Estonia descalifica, por razones históricas, al que lo intenta.
Cataluña ha formado parte de una otra forma de la entidad que hoy llamamos España desde hace XX siglos. En los últimos 500 años ha formado parte de la Monarquía Hispánica, y en los últimos 300 lo ha hecho en condiciones de igualdad con el resto de regiones de España.
Estonia y Letonia han sufrido diversas invasiones a lo largo de los siglos por alemanes, polacos, suecos, rusos alcanzando la independencia  en los inicios del siglo XX y reafirmándola a finales del mismo siglo. Su independencia se consigue por la reorganización tras la Gran Guerra y se confirma tras la desintegración de la URSS.
Cataluña nunca ha tenido Estado propio, ni su situación es fruto de una invasión o de un acuerdo internacional tras una guerra mundial, ni pertenece a un estado en desmembración (aunque a alguno le gustaría). Realmente Cataluña no es Letonia ni es Estonia.

Biblografía.-
1.- Quatre Vies per a la Independencia. Marti Anglada. Raval Edicions.
2.- Wikipedia. Estonia
3.-Wikipedia. Letonia

sábado, 8 de junio de 2013

Charnego, colaborador necesario

No fue fácil la incorporación de los centenares de miles de andaluces, extremeños...., que llegaron a Cataluña y sobre todo a Barcelona  entre 1950 y 1970. Y no fue fácil por muchas razones, pero me gustaría destacar dos básicas: 1.- La absoluta falta de medios económicos y poca preparación con que llegaban de sus pueblos de origen 2.- La fría acogida que recibieron de muchos de los que serían sus conciudadanos en los momentos que más necesitados estaban de apoyo y puntos de referencia.

Cuenta Paco Candel en su obra "Los otros catalanes" una anécdota "Un matrimonio catalán joven va al médico del Seguro de Enfermedad. Es la primera vez que el médico los visita. A pesar de eso les dice con una franqueza abrumadora: -Como veo que Uds son catalanes como yo, les diré que ... (aquí atención especial y consejo de amigo), pero si fueran de esos charnegos que esperan fuera les diría...(aquí visita rutinaria y quitarselos de encima).
Dice la RAE que "charnego" es el inmigrante de una región española que no habla catalán. Candel introduce con fuerza el vocablo  en sus obras, describiendo las grandes migraciones de los 60.

Desde mi punto de vista no hay un componente especialmente racista en la mala aceptación de los recién llegados. Hay sobre todo un sentimiento de miedo ante la competencia por los puestos de trabajo y eso es relativamente habitual en todas las poblaciones que viven la llegada masiva de inmigrantes. "De fuera vendrá quién de casa te echará " dice el refrán español.
Lo cierto es que una gran parte de los catalanes de los años 60 (como los de ahora) tienen ascendientes charnegos en su árbol genealógico. No hay que olvidar que  la población catalana pasó  del 3% aprox. de la población española en 1500, al 8,6% de 1787, al 10,5% de 1900 para llegar al 16% actual. Eso fue debido a los movimientos  poblacionales interregionales. A las personas que, provenientes de otras zonas, pasaron primero por el estadio de charnego hasta llegar al deseado estadio de catalán.

Ese señalamiento despectivo por el no conocimiento del idioma local ha dado lugar a un fenómeno relativamente moderno de necesidad imperiosa de salir del grupo etiquetado como charnego. A su vez el antiguo charnego se marca la obligación moral de demostrar que él es más catalán que los demás. Cualquiera que viva en Barcelona encontrará ejemplos a su alrededor.
Lo curioso del caso es ver como se juega con los sentimientos. Es fácil encontrar a un primera generación, de padres cordobeses, afirmar "España nos roba desde hace 300 años" (El gran Hermano catalán algo consigue). Además de no ser verdad, no deja de llamar la atención la autoacusación familiar ya que durante los 250 años anteriores sus ascendientes estaban en la otra parte.  En una población intrínsecamente mestiza con el resto de España , como es Cataluña, esta situación es merecedora de un buen psicoanálisis colectivo.

La figura del charnego agradecido ha sido descrita por varios escritores a lo largo de los tiempos.
Personalmente me llaman la atención hechos habituales como los siguientes (Experiencia cercana):
"Pareja nacidos y residentes en Cataluña. Él de padres zaragozanos, ella de padres malagueños. Idioma de la pareja el castellano. Llegan los hijos. Inmersión lingüística en catalán. Los padres poseídos por el deseo de que sus hijos no sean etiquetados como charnegos toman una decisión "heroica". En la familia se practica el heterolinguismo. En la mesa padre y madre hablan entre sí en castellano, pero cuando hablan a sus hijos se dirigen a ellos en catalán. Un galimatías para la comunicación.
 En un país donde las dos lenguas son oficiales y donde se puede vivir y trabajar tanto en catalán como en castellano, es sorprendente que se rompa la unidad linguistica familiar por la presión social existente. La población que se considera catalana "de primera" aunque lo sea solo de dos ó tres generaciones aplaude estos hechos hasta con las orejas. 
Casi con seguridad el lector encontrará casos similares en su entorno.

La colección de charnegos agradecidos capaces de romper las reglas de la lógica  es enorme. Un hecho histórico se produjo cuando un señor de Córdoba llegó a la presidencia de la Generalitat y en vez de intentar paliar las discriminaciones al castellano en Cataluña, simplemente las potenció. De todas formas, la hora sublime se materializó cuando demostró su  agradecimiento infinito a lo que él debía considerar país de acogida, hablando a través de traductores catalán-castellano y viceversa, pinganillo en boca, con sus paisanos andaluces.
Se necesitaría un libro, no un post,  para contar anécdotas de charnegos agradecidos.

Cataluña es una fusión de identidades. La mayor parte de catalanes tiene antecedentes charnegos en su genealogía. Los nacionalistas crean una Historia común que, además de estar manipulada, solo pertenece a una parte pequeñisima de la población, pero saben que nada triunfará nunca sin la colaboración imprescindible de los venidos de otras zonas a lo largo de una o varias generaciones. Tienen claro y además es verdad que, para conseguir sus objetivos de secesión, los charnegos son colaboradores necesarios. Por suerte existe una parte importante de la población  que ama y se siente orgullosa de su  región de origen, que ama a Cataluña y que planta cara a  la presión oficial y mediática del nacionalismo. Y que seguirá plantando cara.

Bibliografía
1.-Els altres catalans. Francisco Candel. Edicions 62. Barcelona.