sábado, 14 de junio de 2014

En España, ¿Monarquía ó República?

Si hubiera debido responder a esta pregunta hace unos cuantos años, cuando la policía franquista cortaba cualquier libertad de expresión y nuestra extrema juventud impregnaba de una supuesta libertad infinita las lejanas noticias sobre la segunda República, la respuesta hubiera sido un sí categórico a la República.
Sin embargo la huella enriquecedora del tiempo, la vivencia en directo de multitud de situaciones, las cambiantes motivaciones políticas de las diferentes etapas, me llevan ahora a una respuesta mucho más meditada y con un mayor conocimiento del entorno en que vivo.

Antes de entrar en más razonamientos debo dejar claro que pienso firmemente que nuestro sistema político necesita cambios profundos. Estoy absolutamente en contra de la nula separación de poderes legislativos, ejecutivos y judiciales existente en la actualidad; estoy en contra de un sistema de partidos cerrados que se autoalimentan desde las bases y producen especímenes que llegan a las más altas jerarquías del poder sin tener capacidades ni aptitudes para ello; estoy en contra de las listas cerradas donde pocas personas deciden quienes van a formar el aparato del poder en los siguientes años; estoy en contra de las macroestructuras estatales que solo sirven para mantener las reservas de voto y coartar las libertades individuales; estoy en contra del sistema actual que permite un corporativismo entre los políticos de tal forma que verdaderos truhanes y estafadores campan a sus anchas y en todo caso reciben, excepcionalmente, los más mínimos castigos; estoy en contra de éstas y muchas más cosas, pero éste no es el verdadero motivo de mi reflexión actual.

¿Acaso si nos convirtiéramos actualmente en una República parlamentaria seríamos muy distintos de la actual Monarquía parlamentaria?. Evidentemente, no. Se deberían de cambiar las leyes y eso se puede y se debe hacer también desde una Monarquía parlamentaria.
La gran diferencia es que el Jefe del Estado sería elegido periódicamente por el pueblo. Suena bien, pero hay que tener en cuenta cuales son las verdaderas atribuciones del personaje. Actualmente  lo que dice el artículo 56 de la Constitución es : "El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes."
Cuando en el artículo 62 vemos sus atribuciones queda claro que toda su iniciativa viene a través de lo que disponen las Cortes y el presidente del Gobierno. El rey reina, pero no gobierna.


Aquí viene la parte más significativa de mi reflexión. Si la principal función del Rey es la más alta representación del Estado Español es muy difícil encontrar a alguién que lo pueda hacer con más profesionalidad que una Monarquía que se dedica exclusivamente a ello.  Desde su nacimiento el futuro monarca está dirigido hacia la representación: Conocimiento de idiomas, relaciones diplomáticas, experiencia con otros monarcas y jefes de Estado, conocimiento de las estructuras del Estado y, sobre todo, algo que va inherente a la persona,  la continuación de una tradición histórica que se remonta muy por encima de los 500 años y que abre muchas puertas. Puede que a muchos no les guste, pero es así. Desde mi punto de vista es  mucho mejor tener a un profesional de la representación, que además tiene un reconocimiento ante el resto de Jefes de Estado del mundo, que alguién que va cambiando cada cuatro u ocho años y comienza siempre desde cero. Quede claro que hablo de un monarca que no decide sino que solamente ayuda a realizar lo que le dice el Gobierno, como el mejor funcionario-vendedor ante el exterior. 

Lo comentado anteriormente queda reforzado por el hecho de que en una República podrían haber sido jefes de Estado personajes como Felipe González, Aznar, Zapatero, Rajoy, Montilla, Más, .... Alguno de ellos difícilmente dominan el castellano y varios no alcanzarían el "first certificate" de inglés. ¿Realmente mejoraríamos mucho? El desconocimiento de idiomas es un escollo insalvable en muchas situaciones de relaciones internacionales. La capacidad de desenvolvimiento frente a otros Jefes de Estado es fundamental. Solo recordar la soledad de alguno de nuestros presidentes en las reuniones de la Unión europea.
Incluso en momentos como los actuales donde desde Cataluña se reclaman supuestos derechos identitarios, la figura del Monarca como continuador de las más rancias tradiciones es extremadamente útil. A fin de cuentas como Conde de Barcelona enlaza la tradición de los condados catalanes con la actualidad.

Entre República parlamentaria y Monarquía parlamentaria, cuando la única diferencia es como se elige el Jefe de Estado, me decanto claramente por la Monarquía parlamentaria. Evidentemente la soberanía está en el pueblo y ante un Monarca que no cumpla las expectativas, el pueblo debe tomar la última decisión.